FURA Y TENA (leyenda)
En el Occidente de Boyacá, dos majestuosos cerros presenciaron la conmovedora historia de amor que engendró a las preciosas Esmeraldas. Un príncipe Muzo, Tena, quedó profundamente enamorado de la deslumbrante Fura. Su unión fue bendecida por el Dios Are, con la condición de una fidelidad eterna. Sin embargo, el tiempo y las tentaciones llevaron a Fura a ceder ante el Dios maligno, Zarbe, a cambio de la inmortalidad. Cuando Tena descubrió la traición, su corazón se quebró de dolor.
El remordimiento atormentó a Fura, y sus lágrimas, impregnadas de arrepentimiento, se sumergieron en la tierra. En un acto de divina transformación, estas lágrimas se convirtieron en deslumbrantes cristales de esmeralda. Los dioses inmortalizaron esta tragedia con dos cerros majestuosos, Fura y Tena, que quedaron separados para siempre por el cauce del río Zarbe, una representación eterna de una pasión perdida.
Compromiso
En el antiguo reino Muzo, Fura y Tena sellaron su amor eterno bajo la bendición de los dioses.
Pena
Fura, llena de pesar, lloró lágrimas que se transformaron en esmeraldas de belleza deslumbrante.
Devocion
Tena, un príncipe leal, sacrificó todo por el amor de su vida, Fura.
Tierra
Dos majestuosos cerros, un caudaloso río y la leyenda que dio origen a las esmeraldas.
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